De nuevo en un lugar de la mancha...

sábado, 26 de septiembre de 2009

Agua y desarrollo sostenible

España, años 50-60, en las cabezas pensantes de los que mandaban se ilumina una bombilla: "Hay que llevar agua a Levante, Murcia y Almería para incentivar su desarrollo agrícola"


La siguiente pregunta era, ¿de dónde? pues de donde más a mano venga y se pueda gastar... la del Tajo. Así pues, haremos un trasvase (la palabra mágica que lo solucionaba todo).

Los datos hidrometeorológicos de los que se disponían en aquellos momentos y sobretodo, los de los años que se manejaron a la hora de realizar el estudio (por lo visto fueron los 10 últimos, previo a la obra) daban una capacidad de aporte hídrico gigantesca a la cabecera del Tajo, así que se abastecería a toda su cuenca, más la del Júcar, la del Segura y algo más. Solucionado.


Si no fuera porque esos años fueron anormalmente lluviosos y nunca se llegó a alcanzar esa supercapacidad infinita de aportar agua por parte de nuestro rio Tajo.


Esta obra contemplaba no solo las obras de acueducto, sino también un sinfín de actuaciones en el propio río, como embalses, que modifican la morfología, el caudal, la ecología,... todo. El río comenzó a perder caudal, con los años el agua fue empeorando, dejaron de llegar las crecidas que durante uns días anegaban la vega del río, pero dejaban esa capa de limo tan fértil que permitía tener esos riquísimos cultivos por todo el margen del río hasta su desembocadura.




A la vez que esto ocurría el sureste comenzó a ganar dinero, a cultivar tierras que antes no se podían cultivar por un limitante, la cantidad disponible de ese recurso esencial llamado agua. También se empezaron a cultivar especies que necesitan un gran aporte de agua, pero que por el clima tan propicio que tienen allí alcanzan una calidad excelente, con el agua de riego claro, que si no fuese por eso no se podrían cultivar.



Después vinieron los campos de golf, las superurbanizaciones con una piscina (olímpica) por persona, etc. Y si los de Castilla la Mancha se quejan es porque son unos insolidarios y porque nos quieren mal y tienen envidia. Tendremos que dejar de vivir alguna vez de plantar tomates y comenzar a hacer otra cosa que nos reporte más dinero, no?


Lanzo una pregunta: ¿Y si mañana se les ocurriese a los vascos (que no tienen tantas horas de sol y tanto calor como los del sureste peninsular) plantar plataneras, palmerales y hacer unos extensísimos cultivos de lechugas que funcionasen intensivamente todo el año? Podrían hacerlo sin problema por el agua, podrían hacerlo sin problema por la humedad, pero... vaya, el clima no acompaña, no hay tanto sol...


Apañado: se pone una línea eléctrica desde la central de Cofrentes que debe ser la que abastezca luz al levante y se enchufan lámparas de estas que emiten un espectro como el de la luz solar y se pone una a cada planta, como el riego por goteo.


En el País Vasco ya tienen toda su electricidad ocupada en otras cosas, así que habría que traerla de otros sitios.


Algunos dirán, que es que a Castilla la Mancha, Extremadura y Portugal les sobraba agua porque dejaban que se fuese al mar. Craso error, porque no, no sobraba ni una gota. Que el río llegue al mar con el caudal que tiene que tener influye en la cantidad de sedimento que transporta (y que luego forma las famosas playas), influye en la ecología del río, en la calidad del agua, en la calidad de los cultivos, en el clima, en todo lo que es el río.


Cada tierra tiene unos factores limitantes para ciertos desarrollos, la solución no es intentar a toda costa plantar lechugas en el desierto, sino ser conscientes de lo que tenemos, y de cómo influye para unos una decisión buena para otros.
De donde le quitamos el agua al Ebro ahora?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Envíame tu comentario, saldrá publicado en breve.